DIARIO DE VIAJE DE PERÚ: ETAPA I, AREQUIPA (parte II)


    Cómo no pude sacar una foto como la gente a un cóndor a pesar de que los tuve cerquísima, se me prendió fuego la boca con el rocoto relleno y conocí un rincón escondido de Arequipa con un puente hecho por el mismísimo Eiffel.

 



 Eran las 4 de la mañana cuando comprobé algo que sería una constante en el viaje: en Perú no hay líneas rectas. Faldeando montañas, la combi se sacudía de lado a lado en una sucesión interminable de curvas y contra curvas que hacía imposible el dormir en las casi 3 horas que dura el sinuoso trayecto hasta la primera parada del Tour, Chivay. Con un frío imposible nos bajamos a un puestito a pagar el boleto turístico (40 soles) y de ahí fuimos a desayunar. El pueblo es bien sencillo y humilde, con casitas bajas y calles de tierra. En una de esas casitas funcionaba el restaurant. Me senté al lado de un tipo simpático llamado Giuseppe. Fotógrafo y viajero solitario, el italiano fue la presa ideal para mi primera excursión en soledad. Lo maté a preguntas sobre fotografía y destinos exóticos y se convirtió en mi compañero de aventuras del día; junto a él y a Josefina y Gustavo, una pareja de sanjuaninos, compartimos mates y charlas a lo largo del paseo.

 
Cañón del Colca

Cañón del Colca

Cañón del Colca



   Luego de desayunar volvimos a la combi para comenzar el recorrido. El paisaje del Cañón del Colca (uno de los más profundos del mundo) es sencillamente impresionante. Es difícil no conmoverse ante tamaña demostración de belleza natural mezclada con ruinas de culturas Incas y Pre incas. Nos detuvimos en un par de puntos panorámicos muy lindos antes de llegar al lugar por todos esperado: el mirador de la Cruz del Cóndor. Nosotros elegimos llegar caminando por un sendero que discurre en la ladera de la montaña y permite un contacto mayor con la inmensidad de la geografía, incluida la posibilidad de apreciar de más cerca el sobrevuelo de los cóndores.  La experiencia con estas aves es simplemente fascinante, pasaban 1, 2,3, 5 a escasos metros por encima de nuestras cabezas, en un vuelo mágico. No aletean, simplemente planean, despliegan esos 3 metros de alas aprovechando las corrientes de aire y surcan el cielo arequipeño. 

 
Cruz del Cóndor
Cruz del Cóndor


Cruz del Cóndor



   El tiempo que te dejan en el mirador es suficiente para llenarte los ojos de esa experiencia impresionante. Capítulo aparte merece mi lucha por lograr una foto como la gente, yo veía a Giuseppe tirar para todos lados, en ráfaga, y yo, con mi vieja lumix, tardaba una eternidad en cada toma, para cuando terminaba de grabar el bicho ya se me había ido. El resultado es el que ven, parecen casi sacadas con un celular pero, bueno, créanme que tener esas aves ahí, tan cerca, es maravilloso.

 
Cruz del Cóndor

Cruz del Cóndor

Cruz del Cóndor


   Luego comienza el regreso en el cual te agregan un par de paradas demasiado hechas-para-el-turista para completar el tour full day. Paramos en un pueblito diminuto (creo que se llamaba Maca) con su polvorienta calle principal con puestos de artesanías y su infaltable iglesia. Acá el efecto gringo se hacía evidente en la cantidad de nenes con llamitas y tipos con águilas que te abordaban ni bien descendías para que te saques una foto. La sensación que nos quedó tanto a Giuseppe como a los chicos sanjuaninos y a mí fue que no había otra cosa, otro atractivo, te bajaban ahí para eso. Luego paran en unas piscinas termales en Tambo Puyé, también demasiado armado, programado, 40 minutos y la entrada no está incluida. Nosotros no fuimos y preferimos  sacar fotos por ahí y  tomar mate a la vera del río. El almuerzo lo hacés en Chivay donde te dejan en un restaurant con menú buffet (25 soles + bebida). Con Giuseppe hicimos la nuestra y nos fuimos para la plaza y comimos unos sandwichs con gaseosas (15 soles) en un barcito.

 
Pasen y vean. Todo para el turista

Todo para el turista



   Posteriormente a la comida se para en el Mirador de los Andes a 4910mts de altura, donde se pueden apreciar los volcanes de la zona. En la ruta de regreso a Arequipa nos detuvimos dos veces para ver las llamas y alpacas pastando al costado del camino, con un marco espectacular. Tipo 4.30 de la tarde te dejan en la ciudad.

 
Tambo Puyé


Llamas al costado del camino



   Esa noche con la familia Latorre continuó mi curso introductorio a la comida arequipeña, je, pasando por varios condimentos picantes y verduras raras, y que terminó al día siguiente en un restaurante típico. Los que recuerdo son:

Rocoto relleno: ají rocoto relleno (muy picante)

Chicharrón de chancho: chancho frito en su propia grasa.

Pollo a la brasa: pollo rostizado

Churros picantes: salchicha hervida con rocoto seco (terriblemente picante)

Canchita: maíz frito.

Salsa de ají: mortal, parece tabasco.

Rocoto molido: otro condimento muy picante.

Huancaína: riquísima salsa a base de ají con huevo, maní, leche, queso y más ingredientes.

Chicha morada: jugo a base de chicha (choclo)

Energina: gaseosa a base de Hierba Luisa y agua mineral. Muy rica, parece un chupetín de limón.

Cola escosesa: otra gaseosa con agua mineral. Parece jarabe para la tos.







   Mi último día en Arequipa arrancó con otra linda sobremesa en el desayuno, con mucha charla de la que destaco un comportamiento aparentemente típico de la región: la nevada. Afirman que el estar rodeados de volcanes afecta el humor de los arequipeños provocando momentáneas erupciones en su carácter que las llaman nevadas. Interesante. Luego me pasé 3 horas sacando fotos en el Convento de Santa Catalina, un hermoso edificio-ciudadela colonial (35 soles la entrada). Es un lugar fascinante para quien guste de la fotografía y por eso le dedicaré un post aparte. 

 
Convento de Santa Catalina




   Al mediodía Fiorella me mostró un rincón poco conocido de la ciudad, el Puente de Fierro desde el que se tienen unas hermosas vistas del lugar y el que se supone fue construido por Alexandre Eiffel (el mismo de la torre parisina). Durante el almuerzo noté que había perdido la memoria de la cámara de fotos y ahí me volví loco porque perdía mucho material valioso y sobre todo las tomas del convento. Me fui corriendo de nuevo a Santa Catalina, busqué por todos lados pero no la encontré así que me pasé otra hora y media tratando de sacar las mismas fotos.

Puente de fierro
 
Arequipa desde el puente


   Luego llegó la hora de la despedida de mi familia adoptiva por cuatro días. Muy linda. Besos, abrazos y promesas de visitas posteriores. Con la emoción todavía a flor de piel me fui a la noche al terrapuerto a tomar el bus hacia Ica, para llegar a mi próximo destino el Oasis de Huacachina.

Con Fiorella y Theresa
 
Un cielo que nunca voy a olvidar



Postamigo

Si querés conocer experiencias de otros viajeros, acá dejo el enlace:
El valle del Colca. De Callejeando por el mundo.

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