Desmond Hume no podía dudar, cada 108 minutos
exactos debía presionar un ridículo botón para que el mundo no se destruyera.
No tenía opción, el futuro del planeta era algo demasiado grande como para
permitirse especular con su tarea. Simplemente debía hacerlo. La única manera
de escapar era consiguiendo un reemplazante que comprendiese la importancia de
la misión y aceptara ocupar su lugar. Así era la lógica en la que debía moverse
el personaje de la serie televisiva Lost, de J.J. Abrams. Ciencia ficción, que
le dicen.
Carlos Alberto Martino no le dice ciencia ficción, le dice
Argentina. Carlos ya pasó los 70 años, no tiene idea quién es Desmond, no sabe qué pasó con el vuelo 815 de Oceanic Airlines, y desconoce si es el barco de Penny o no, su suerte no depende de la imaginación (o la
falta de ella) de un grupo de guionistas obligados a sorprender al televidente,
pero su destino, entre trágico y romántico, bien podría encajar en una ficción
estadounidense. Carlos, Beto para los
amigos, no está encerrado en una estación de un extraño proyecto científico
sino en una estación de trenes, la del FF.CC. Gral. Belgrano de Navarro, y no
espera que lo releve un científico sino que alguien del ferrocarril le tome,
por fin, la rendición final y pueda irse a casa. Es que cuando, en 1998, la ex
Compañía General Buenos Aires decidió cerrar el ramal de trocha angosta que
unía Buenos Aires con Rosario no lo dejó solamente sin trabajo, lo dejó
atrapado. Él era el Jefe Titular de la Estación, el responsable no sólo de su
funcionamiento sino de sus instalaciones y equipamiento, había firmado un acta
por ello, y, por ende, debía devolverlo pero nadie de la empresa se presentó alguna
vez allí para hacer el inventario final y poder cerrarla.
Para Beto, que se crió entre trenes, que dedicó su vida a
ellos, era imposible desprenderse así nomás de todas esas cosas, dejarlas a su
suerte. Llamó, insistió, mandó cartas… pero nada, nunca nadie vino. Y ese mundo
que era todo para él, de un día para otro, dejó de existir, sin demasiadas
explicaciones. Ya hace 14 años que lo dejaron sin el trabajo de su vida, y sin
la posibilidad de hacer el duelo de esa pérdida, obligado a permanecer atado a
su pasado. Pero no se quedó de brazos cruzados, mientras continúa su disputa
contra la empresa, mientras reclama que los gobiernos de turno no le den la espalda
a las vías, fundó un Museo Ferroviario en la estación. Así convirtió su prisión
en un museo y al museo en su herramienta de lucha, una lucha contra el olvido
de las instituciones y de la sociedad. Carlos evoca su vida al recordar al
ferrocarril, es ella la que cuelga de esas paredes, son sus sueños, su
devoción. En la muestra, sencilla, hay
desde objetos que pertenecían a la estación (telégrafos, relojes, bancos,
teléfonos, instrumentales de los más diversos) a cuadros y maquetas increíbles
realizados por él mismo. Cada uno posee su historia y Beto estará orgulloso de
recordarla para el visitante. Es que, según su propia definición, a Carlos le
corre vapor por las venas, el ferrocarril, para él, no es solo su amor, es su
vida; y no puede dejarlo morir así nomás, no , debe entregar “su” estación con
toda la formalidad y seriedad que el caso merece, no puede simplemente cerrar
la puerta. Allí donde uno ve simples artefactos viejos y pintorescos él ve
personas, familias, historias, una función social del tren; valorarlos y exigir
que los valoren es, para Beto, valorizarse a él mismo, a su pasado, a su vida.
Por eso, si estás por Navarro, hacete de un tiempito para pasar a ver su museo,
no te vas a arrepentir, es cuestión de pararte ante algo que te llame la
atención y señalarlo para que él, con los ojos brillantes, reconstruya delante
tuyo un tiempo hermoso que ya no va a volver y que él protege para que no caiga
en el olvido. Carlos, como Desmond,
no tiene opción, es su propósito en la vida.
|
Una de las maquetas hechas por él. |
|
La estación donde funciona el museo |
|
Uno de los salones de la muestra |
|
Souvenirs de la visita |
|
Telégrafo |
Sebastián 2012
¿Querés leer relatos de otros viajeros?
A través de la iniciativa POSTAMIGO te invito a leer el recorrido que la gente de MAGIA EN EL CAMINO propone en su nota sobre Navarro acá.